Apenas nos congregamos unas cien personas (siendo generosos) en el número 3 de la calle Jardines de Madrid el penúltimo día del pasado octubre para ver en directo a Strand of Oaks presentando uno de los álbumes del año. Y es que no se muy bien como introducir el tema, pero, ¡como mola la sala El Sol! Se me ocurren muy pocos sitios mejores para disfrutar de la música en directo en la capital, y los horarios (cercanos a la medianoche) suelen estar más cerca del Rock´n´Roll que los de otras salas, más emparentadas con el aperitivo previo a la cena y totalmente corta-rollos. Si bien uno de sus activos, como en el pasado jueves, es la relativa facilidad para obtener un sitio privilegiado dado el pequeño aforo, es una auténtica pena que este sitio no cuelgue el cartel de sold out para todos sus bolos. De verdad, no me hubiera importado lo más mínimo estar unos palmas más alejado de Timothy Showalter y los suyos por dejar a más gente disfrutar de lo que se vio en la noche. De todas formas, lo que hace realmente la magia es la casi inexistente separación entre público y artistas. Esos dos escalones tan tímidos que no disuadirían ni de broma al fan más acérrimo y que tantas veces habrán sido pisoteados, maltratados y usados para invadir la pletina. Esos dos escalones en los que incluso puedes dejar tu jersey, que nadie te lo va a quitar. Esos dos escalones que son a su vez contenedores de vidrio de solitarios botellines de Estrella Galicia. Esos dos escalones son maravillosos, en su inercia reside una grandilocuencia superior a la de la mayoría de mortales y la magia que desprenden es la ideal para un concierto de Strand of Oaks. Y gracias a SON Estrella Galicia por seguir trayendo complementos tan agradables al misticismo de estos dos escalones y, una vez más, por dejarnos asistir a la comunión de ambos.
Abrieron la velada a eso de las diez y media el veterano conjunto barcelonés Lost Tapes, formado por dos veteranos de la escena nacional como son Pau de La Habitación Roja y Raúl de Tokyo Sex Destruction. El comienzo, con mucho de pop y algo menos de dream, fue compacto y cuidadosamente compenetrado. Una epiphone de 6 cuerdas juguetona, atrevida, con su animado a la par que tímido portador que hacía también de vocalista se compenetraba a la perfección con un modelo de guitarra que no he sido capaz de identificar de 12 cuerdas que dotaba al conjunto de una mayor profundidad. Los teclados en repetición añadían unidad al todo y el resultado era disfrutable, si bien a medida que continuó el show... La aparición de batería y bajo pregrabados me dio un buen bofetón en la cara. Los dos músicos se empeñaron en jactarse de la comodidad de prescindir de tan impopulares miembros para una banda, pero la falta total de emoción de la maquinaria electrónica que los sustituía dejaba solos totalmente en sus escaladas a las cimas del shoegaze a los dos guitarristas. Presentaron un par de temas como "hits de verdad" en sus propias palabras, pero fue difícil sumergirse totalmente. La actuación pasó de entretenida y de propia de unos tíos la hostia de simpáticos y graciosetes a algo bastante soso. Descafeinado, vaya. No me creo que, como ellos mismos dijeron, el alma de Strand of Oaks les mirase previamente envidioso al ver que prescindían de la sección rítmica con pensamiento propio. Sin duda, no les haría ningún mal un par de fichajes como poco para el directo y tal vez su música que, a pesar de no ser lo más innovador y revisitar constantemente dos de los géneros más prolíficos de la música independiente, es efectiva y compacta, ganara enteros.
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Lost Tapes. Pasando de los pies de foto ingeniosos. |
Solo seguía yo cuando llegaron a JM, esa maravilla con toques del folk de sus inicios que en la sala deja de lado su crescendo característico. Desde un principio pega fuerte para expandirse más tarde por todo el ambiente, dejando sus costuras al descubierto y dejándonos a nosotros como un buceador que mira directamente al fondo del océnao. Cobró especial importancia en estar superlativas expansiones la fuerza de un bajista entregado con un peculiar estilo de tocar varias cuerdas a la vez, nada convencional, pero que últimamente se viene observando a menudo. Ahí tenemos a Holograms en el pasado VillaManuela, vaya. Tras este espectacular alarde de destrezas y entrega llegó un momento más calmado y apacible en la actuación. Y es que Strand of Oaks, aunque hayan pegado recientemente el pelotazo con este HEAL, tienen nada más y nada menos que otros 3 álbumes de estudio. Así, tocaba revisitarlos como reivindicación de unos comienzos desparejados en lo exitoso pero igualmente cruciales en lo musical. Y como no pudo ser de otra forma, dado que se trató de temas más intimistas y profundos, Tim se quedó espiritualmente solo en el escenario, acompañado por teclado y guitarra. Nos regaló una balada sobre "problemas con mujeres o women troubles", Sister Evangeline de su debut de 2009; Leave Ruin. Después Diamond Drill, de un Dark Shores que los situó en la mira de algunos entendidos con mucha capacidad de buceo en los mares del folk. Con Woke Up To The Light se acabó este momento cálido y adorable que el barbudo se encargó de amenizar con algún que otro chapurreo en castellano por parte de la teclista y dejando entrever parte de esa filosofía suya tan optimista que nos haría abrazar más tarde. A medio tema se incorporó el resto de la formación para retomar la fórmula inicial. Quedó claro que, aunque no dejó de ser un emotivo rato y un admirable ejercicio de autoafirmación, esta les funciona mucho mejor.
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Strand of Oaks al completo. |
Entre tema y tema aprovechó para introducir a cada artista de la banda, otorgándoles unas merecidas ovaciones individuales respondidas con agradecimiento y orgullo, en la línea del comportamiento anterior de su nexo común. El final, con unas Wait For Love y Mirage Year (esta última como bis tras un parón inusualmente corto) que se quedan con el notable del disco pero no llegan al sobresaliente como Same Emotions o las ya gastadas Goshen 97 o HEAL, supo a poco para lo que puede dar de sí la banda. Tal vez un poco más de épica guitarrera y expansionismo como en las desaparecidas For Me o la mencionada Same Emotions le hubieran venido mejor al final. No obstante, es cierto que Mirage Year acaba en una preciosa escalada que deja paso al descanso concluyente, lo cual queda clavado.
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Tim. Bonita barba. |
Alv.
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