Día 5 – Festival domingo 3 de agosto
El despertar del penúltimo día es extrañamente placentero. La noche anterior reservaste fuerzas y se nota. Te has despertado otra vez a las diez, sí, pero ya te lo esperabas. Incluso el calorcillo resulta agradable. Y eso que cada vez hay más polvo en tu tienda, dentro y fuera. Y más mierda, aunque más fuera que dentro para tu fortuna. Pero no pasa nada. Es un día vago, de dormir, o intentarlo, mucho. Te buscas una sombra, abres la tienda y sacas la cabeza, te rocías con un “frus-frus”, o un “fris-fris”, según el caso...
Hoy nadie quiere ir a los conciertos. Miras el horario varias veces y te da pereza. Y al resto más. León Benavente tocan a las 18:45, otros a los que les han jodido. De Russian Red mejor ni hablamos. Hoy pasando. Anochece sin que nadie se de cuenta y a eso de las once nadie ha cenado. A las doce las caras son más de irse a la cama que de salir de fiesta. Por suerte, encontré a alguien que tenía las mismas ganas que yo de ver a Placebo, y habiendo consumido una cantidad muy limitada de estupefacientes, allí nos dirijimos.
Placebo es una de esas bandas que hace diez años lo molaban todo y ahora tocan el Arenal. Sabes que no va a ser lo mismo y encima te gustan, pero no es que te emocionen en demasía. Intentas venirte arriba durante el trayecto eterno hacia el Desperados; “joder, ¡son una leyenda viva!” Y conoces un montón de canciones, por supuesto; Running Up That Hill, The Bitter End, Every You Every Me... Aún así, prefieres llevar las expectativas lo más abajo posible para sorprenderte de más si luego resulta que han vuelto a molar. Así, empiezan el concierto con B3, un tema de un EP que sacaron hace un par de años y que no emociona a nadie. Pero joder, ahí están Brian Molko y su prodigiosa voz (¡¡¡te sabes su nombre y todo!!!) y ese batería tatuado tan molón, y las guitarras suenan potentísimas y definidas y oh... La iluminación es cojonuda. Una locura; a los paneles inferiores que ya conocías de otros conciertos le han sumado unos superiores y el resultado es espectacular, sobre todo cuando se proyectan arriba imágenes distorsionadas de la banda. Eso sí que mola.
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El bueno de Molko. Esa voz tan característica ya no es lo que era, pero no deja de ser él. |
La banda dispara dos temas también recientes, de sus dos últimos álbumes. Ña. Y entonces ¡BUM! Ese guitarreo inicial de Every You Every Me y unos focos friéndote los sesos hacen que se te acelere el corazón a un ritmo trepidante. Y además la gente se sabe la letra y canta. El público está ahí, y muchos flipan como tú. No es lo que nadie quiere pero se enganchan varios temas más del último álbum, Loud Like Love, con alguno de Meds, el CD que publicaron en 2006 con más pena que gloria. Aún así, es un álbum con hits, y también los van a sacar. Song to Say Goodbye es uno de ellos.
El final es para envolver como si fuera un regalo del grupo a todo el aforo del recinto. Suenan dos temas más antiguos que son muy coreados, Special K y The Bitter End. Por supuesto, esta última delicia no es premonitoria y Placebo se entregan al sumo placer que resulta ser el bis de su concierto. Unos sonidos extraños iniciales presagian la llegada de Running Up That Hill, esa bella canción que un buen día decidieron tomar prestada de la genial Kate Bush. Y el tema, efectivamente, crece y crece como escalando una colina. Una pequeña maravilla y sin duda uno de los momentos del festival. Post Blue hace que Meds sea finalmente el mayor suministrador de canciones para el concierto, sin más. Pero Infra-Red es el tema que muchos querían escuchar al finalizar el mismo, y el deseo es concedido como broche final. See you soon y tal. Yo hubiese preferido Pure Morning, Bright Lights o Special Needs, pero no todo es posible en esta vida, señores.
Suerte que fuiste con las expectativas bajas, porque ha resultado ser uno de los mejores conciertos de los que has disfrutado en el festival. Desde aquí, agradecer públicamente su acompañamiento a mi colega, que también lo disfrutó de lo lindo. Sin ti, todo esto no hubiese sido posible.
Tienes la excitación por las nubes y, por si fuera poco, de rebote te encuentras a alguien que también tiene ganas de ver a The Royal Concept. Son jovencitos, suecos y suenan bien. Además empiezan con uno de sus temas estrella, Goldrushed. Poco más que decir. Sorprendentemente te das cuenta de que el cantante le da al vocoder como si de una droga dura se tratase al más puro estilo de Justin Vernon o los nuevos Coldplay. Sorprendentemente porque esto es una tendencia que lleva desarrollándose durante todo el año en el panorama indie musical, pero el Arenal no es un lugar de tendencias. Hacia el final, una On Our Way que más de uno ya ha escuchado antes jugando al FIFA. Un estribillo facilón a la par que pegadizo y buenrollista. Esto sí que lleva más del espíritu Arenal, joder.
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Desde esta perspectiva, nadie diría que ahí dentro pasa lo que pasa ahí dentro. |
Desde fuera escuchas el “wiki wiki” de los Buraka Som Sistema, y poco más. Ha sido un día productivo, al fin y al cabo. Y se empiezan a oír comentarios acerca de “el último día (voz como de intriga, de superdetective de serie policiaca)”. Que si el último día esto, que si el último día lo otro y blablabla. Pues sí, mañana hay que dormir mucho y desfasar hasta morir en la “última noche (voz de guiri metido de anfetas)”. Es como la carrera de los 100 metros lisos de unas olimpiadas, la final del Mundial de Fútbol o el punto final de un tie break en el set definitivo de la finalísima de Roland Garros. No te das ni cuenta de la preocupante cantidad de mierda que se está acumulando a tu alrededor antes de caer rendido como cada día.
Alv. Procesando Vol. III...
Imágenes obtenidas de la página web de Arenal Sound.
LONELY ARENAL SOUND-PARTE 1
LONELY ARENAL SOUND- PARTE 2
LONELY ARENAL SOUND- PARTE 3
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